La nube viene del concepto anglosajón cloud computing y resume, en términos simples, el utilizar las bondades de comunicación e Internet actuales para contar con infraestructura de última generación tendiente a solventar la gestión digital de las compañías.

En mi criterio, la pregunta obligada no es si debemos migrar a la nube, sino más bien cómo vamos a hacerlo. IDC[1] , en su informe de predicciones para el año 2020, indica que el 40% de las grandes compañías migrarán el 60% de sus aplicaciones de gestión administrativa (ERP) a la nube.

Inclusive hoy en día existen empresas emergentes que nacen con todas sus aplicaciones en la nube y operan con estándares mundiales con poco esfuerzo de implementación.

Dicho lo anterior, volvamos a la pregunta original: ¿por dónde empezar? El primer paso será tener claridad de con qué cuenta su organización. El inventario de hardware y software es clave en este proceso, pero no solo en términos de memoria RAM y procesamiento, sino cuál es la función de cada ítem para el negocio. Es muy importante conocer qué tan cerca está de la obsolescencia y cuál es el riesgo de fallo.  Este inventario puede contener cuatro elementos:

  1. Listado de hardware (servidores y computadores personales),
  2. Listado de software,
  3. Matriz hardware – software,
  4. Mapas de arquitectura (esquemas).

Es probable que tengamos que añadir un quinto componente a este inventario y tiene que ver con los procesos aún no digitalizadas en su compañía pero que son necesidades en el corto y mediano plazo.

En fin, luego de tener un inventario claramente definido con los atributos antes mencionados, es importante priorizar cuáles componentes dentro de su infraestructura actual son críticos para el negocio y presentan un alto riesgo de fallo u obsolescencia. Una matriz con estas variables ayudará a tomar decisiones. Establezca pesos y cuadrantes y obtendrá la respuesta fácilmente.

Estos niveles de criticidad deben estar involucrados en el plan de migración, el cual representará el último paso para comenzar a migrar. El desarrollo de este plan debe estar entre las prioridades de su departamento de TI, hoy evolucionado al departamento de gestión digital.

El plan, como cualquier otro, debe tener fechas, responsables y, lógicamente, presupuesto, además del componente riesgo. ¿Qué sucede si no migramos? Si usted se decide por la nube, debe tener claridad de que existen diferentes conceptos. El esquema presentado a continuación describe lo que abarcan las diferentes soluciones que podrá encontrar en el mercado.

La columna inicial muestra cuando todas las aplicaciones de la empresa están bajo la modalidad propietaria, conocida en inglés como On-Premise. En el caso de la segunda columna, denominada IaaS (Infraestructure as a Services), su red interna, almacenamiento, servidores y virtualización se alojan en Internet. Dicho en términos coloquiales, “la mayoría de los tarros los paso a la nube”; literalmente me puedo olvidar de comprar un servidor alguna vez en el futuro.

En el escenario IaaS continúo teniendo en mi infraestructura sistemas como Windows, drivers, TCP-IP (middleware), software de programación como .Net, Php, o Java, bases de datos y las aplicaciones son administradas por mi equipo de Tecnología.

En el caso de PaaS, solo tengo dentro de mi infraestructura las bases de datos y las aplicaciones; el resto radica en la nube. Por último, en Software as a Service (SaaS) toda la infraestructura se encuentra en la nube.

Ahora bien, el proceso de migración no es tan simple como el esquema mostrado en donde voy migrando bajo un escenario

escalable, sino que la realidad de mi organización será la que dicte la ejecución del plan de migración.

Puede ser que dentro de la compañía exista un servidor de correos y el servidor de red ya obsoletos, pero que además tenga una necesidad imperativa de implementar un nuevo sistema de gestión empresarial (ERP).

Es importante reconocer que lograr una infraestructura 100% nube será algo paulatino, la mayoría de escenarios reales son esquemas híbridos en donde se cuenta con una mezcla de infraestructuras, lo cual es completamente factible. En estos escenarios híbridos hay retos de integración importantes, por lo que las decisiones en este aspecto son clave para el éxito.

Con base en lo anterior, no piense en la nube como un ente abstracto, sino como la oportunidad de mejorar su infraestructura actual. Los beneficios de no contar con hardware y software propietario son múltiples y es claro que tendrá ahorros en costos. En Impetus podemos apoyarle en esta gestión de evolucionar hacia la nube.

Ing. Julio Alvarez

+ 506 6223-5795 / 2201 – 1430

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